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La industria avícola de Uruguay enfrentada a nuevos desafíos

24 February 2016

El sector carne de ave enfrenta grandes desafíos principalmente en un momento que se habla de acuerdos con la Unión Europea que incluye el sector agrícola. En la producción de huevos de consumo, desde hace al menos dos años, los precios de venta se mantienen bajos en comparación a los datos históricos y la tendencia muestra que las circunstancias se mantendrán en el futuro inmediato.

Artículo de opinión del Dr. Hebert Trenchi, Montevideo, Uruguay.

En los últimos años, Uruguay se ha convertido en un productor y exportador de soja y de granos utilizados en la producción avícola. Esto parece una buena oportunidad para dirigir a la industria avícola hacia los mercados externos según es una larga tradición del país con respecto a la carne vacuna.

Pero nos encontramos inmersos en la realidad económica internacional adversa además de tener características negativas propias dentro de la industria local. La moneda se devaluó durante 2015 un 23% mientras que la inflación fue para el mismo período de 9.5%.

¿Qué significo esto para la avicultura? Una clara diferencia entre los costos de producción y el precio de venta. La economía se encuentra altamente dolarizada ya que los precios internos de la soja o el maíz son de paridad con los que se obtienen en la exportación. Por otra parte, el país es a la vez exportador e importador de los insumos dependiendo del momento del año debido entre otras a la capacidad de almacenaje.

Por ello, en pesos corrientes, los precios de los insumos se “encarecieron” 23% por efectos de la devaluación, pero los de venta siguen en el mejor de los casos, la evolución de la inflación por lo que los ingresos obtenidos no acompañaron la suba de costos.

Producción de huevos de consumo

La realidad es más compleja ya que según los muestreos (no censo) la población de ponedoras supera las 3.100.000 en producción. Aunque el consumo de huevo es elevado, unos 280 por habitante/año, la población ronda los 3.400.000 por lo que las necesidades están más que cubiertas.

A esto debemos agregar que por causas económicas, el país importa huevo en polvo y líquido (pese a tener producción nacional de los mismos) para industrias como la fideera, galletas o alfajores o mayonesa, simplemente por razones de menores costos. Esto colabora a reducir en algún porcentaje el mercado interno.

Desde hace al menos dos años, los precios de venta se mantienen bajos en comparación a los datos históricos. La tendencia muestra que lejos de mejorar, las circunstancias se mantendrán en el futuro inmediato. La única posibilidad parece exportar los excedentes como forma de mejorar el precio interno alternativa que no resulta económicamente interesante para los productores por el momento.

Existen otros factores que complican el panorama. El país viene de años de crecimiento económico sostenido que llevaron al ingreso per cápita a rondar los U$S 17.000. Como era de esperar, el desempleo bajó a mínimos históricos y la mano de obra se volvió más cara.

Esto, acompañado de un dólar “barato” llevó a que durante los últimos años la solución para mantener la rentabilidad fue pasar de las jaulas tipo pirámide construidas básicamente en el país y de operativa manual, a las de 4 o 5 pisos superpuestos con alimentación y recolección de huevos y guano automatizados. Pese a la crisis actual, se siguen instalando este tipo de instalaciones que fueron pactadas con anterioridad a la devaluación de la moneda.

La tendencia general no parece modificarse en el corto plazo considerando que desde el comienzo del año al momento en que se escribe esta nota (enero 2016) la devaluación respecto al dólar ya alcanzó al 3%.

Para complicar aún más el panorama mientras que se automatiza la producción por un lado, crece la cantidad de las aves ponedoras explotadas en piso. La crisis del sector productor de carne ha dejado integrados desempleados que se han volcado directamente a la producción de huevo o a trabajar en sus instalaciones para terceros.

¿Qué pasa en el sector de producción de carne de ave?

Para empezar, durante el año 2015 la producción disminuyó 11% respecto a 2014. No obstante el consumo de carne de ave por habitante continua una tímida suba: 24.4 kilos. Para los parámetros uruguayos es un valor importante considerando que la carne vacuna ronda o supera los 60 kilos anuales. No obstante no se compara al de nuestros vecinos donde los valores son francamente superiores.

Por otra parte, después de un análisis de riesgo realizado por el Ministerio respectivo, se autorizaron las importaciones de productos avícolas además de los termoprocesados. Ya en el año 2014 alcanzaron US$ 10.000.000 cifra considerable si consideramos lo pequeño de nuestro mercado consumidor.

Solamente un 7% de la producción se exporta cubriendo unos 16 mercados en total. Pero entonces, ¿a qué se debe la baja? Las exportaciones estaban concentradas en Venezuela. En el presente se encuentran pendientes de pago no solo las ventas de pollo sino también las de leche en polvo, quesos, etc. sin que por el momento se vea posibilidades de cobro pese a los reiterados acuerdos de gobierno a gobierno.

Los clientes de Uruguay en la materia son países poco exigentes en cuanto a condiciones sanitarias y por lo tanto, quienes pagan menos por tonelada. Como lo ha mostrado en parte de las conclusiones una consultada contratada por el gobierno, es necesario dotarse de las reglamentaciones y los mecanismos de control adecuados para acceder a mercados más exigentes que pagan mejores precios. Ello insumirá un plazo respetable.

La producción está altamente integrada con empresas quienes posee las reproductoras, plantas de Incubación, producción de alimento y beneficio las que contratan granjeros (llamados façoneros) para el engorde de las aves. El pago se realiza según tablas de eficiencia iguales a las usadas en la mayoría de los países.

Pero existe una diferencia sustancial con respecto a todas las industrias: en pago se realiza mediante una tabla que es ajustada semestralmente por una paramétrica calculada en el sector oficial. Todo ello se encuentra regido por una Ley, la 18.615. Lo más interesante son los componentes de la paramétrica: Índice Medio de Salarios, Índice de Precios al Consumo e Índice de Costo de la Construcción.

¿Cuál es el resultado? La paramétrica solo tiene una opción: subir semestralmente los precios que se pagan por el engorde. De modo que está desvinculado de los precios reales de la carne de pollo tanto a nivel local como en el mercado mundial. Con un valor medio de tabla (270), para los pesos de faena internos, el façonero puede estar recibiendo US$ 0.35 – 0.45 por animal.

Ese es el motivo por el cual las integraciones cada vez construyen más galpones propios de alta tecnología y dejan de contratar el engorde. Estas construcciones tienen un corto tiempo de repago por las condiciones locales. Además mejoran la productividad por la cantidad de kilos por metro cuadrado, mortalidad y conversión si los comparamos con los galpones “contratados”. Allí existe una amplia variación en cuanto al tamaño de los mismos y la calidad de construcción (abiertos a los lados, ventilación natural) y del equipamiento.

Los integrados hacen esfuerzos continuos de mejora incluyendo capacitaciones e inversión en equipos. Esta carrera está destinada a perderse en el mediano y largo plazo. Como dijo un filósofo que no pertenecía a la escuela neoliberal, “la economía no se maneja por decreto”.

Se crea además un segundo problema, sus instalaciones quedan vacías porque las entregas de aves se reducen a lo largo del año con largos tiempos de espera o directamente no son contratados. Ubicados en una zona de minifundio las alternativas no son muchas. Esto lleva a que se pasen a rubro de las ponedoras tanto sea como productores directos como con un régimen de façon (todavía no regidos por Ley) mucho más “liberal” aumentando la crisis del huevo.

Como resumen del sector carne de ave podemos decir que se enfrentan grandes desafíos principalmente en un momento que se habla insistentemente de acuerdos con la Unión Europea que incluye el sector agrícola.

A la brevedad debe dotarse a toda la industria avícola de las reglamentaciones para bioseguridad, uso de antibióticos y las sanitarias (Salmonella, Mycoplasma, etc.). Además capacitar específicamente en el área, a los técnicos, dándole las acreditaciones que hoy piden prácticamente todos los mercados exigentes. Deberá además acreditarse laboratorios privados de diagnóstico para los controles y reglamentar claramente cómo las entidades oficiales avalan la calidad de los resultados mediante su supervisión.

Las condiciones de transformación de la industria para alcanzar un lugar entre los países exportadores de acuerdo a su tamaño relativo están dadas. Debemos plantearnos estar al menos dentro de los 25 principales del mundo.

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