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La resistencia bacteriana a los antimicrobianos: ¿cómo establecer en avicultura un uso racional de estos medicamentos?

25 February 2016

Se ha podido demostrar que el desarrollo de la resistencia está relacionado con la frecuencia y modo como se usan los antibióticos y esta puede propagarse rápidamente a través del intercambio del material genético entre diferentes especies de bacterias, y puede conducir a la ineficacia de muchas familias de antimicrobianos frente a una amplia gama de enfermedades infecciosas.



Artículo de Margarita Arboix, Catedrática de Farmacología de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona, España.

Hoy es ampliamente conocido que los antibióticos son uno de los descubrimientos terapéuticos más importantes en la historia medicina, que en su día revolucionaron la forma en que se tratan los pacientes con infecciones bacterianas y que han contribuido a la reducción de la mortalidad y morbilidad por enfermedades bacterianas. También son una herramienta esencial para la medicina moderna, tanto en humanos como en animales, y tanto es así que muchos de los procedimientos que hoy se realizan en la clínica no pueden realizarse sin la posibilidad de uso de algún antibiótico.

Lamentablemente, los antibióticos han desarrollado resistencias desde el principio de sus días. Ya Fleming habló de la posibilidad de que estas aparecieran tras el uso de los antibióticos. Con las resistencias se reducen las opciones para el tratamiento de las enfermedades infecciosas.

La resistencia a los antimicrobianos está creciendo de forma exponencial, amenazando la salud humana y animal y afectando a todas las áreas de la salud e impactando al conjunto de la sociedad. Hoy existen ejemplos preocupantes de la transmisión de la resistencia entre gérmenes de los animales y del hombre y esto tiene particular interés si se considera el contacto entre ganaderos y veterinarios con los animales productores de alimentos.

Se ha podido demostrar que el desarrollo de la resistencia está relacionado con la frecuencia y modo como se usan los antibióticos y esta puede propagarse rápidamente a través del intercambio del material genético entre diferentes especies de bacterias, y puede conducir a la ineficacia de muchas familias de antimicrobianos frente a una amplia gama de enfermedades infecciosas.

Bacterias resistentes pueden circular entre los seres humanos y los animales, a través de los alimentos, el agua y el medio ambiente, y la transmisión se ve influida por el comercio, los viajes y la migración, tanto humana como animal.

Este problema está siendo abordado por diferentes organismos internacionales. Hoy existe una considerable conciencia de la necesidad y el apoyo político a la acción para combatir la resistencia antimicrobiana y paralelamente se puede constatar que existe una creciente colaboración entre los sectores de la salud humana, animal y la agricultura para afrontar el reto de frenar este proceso. La necesidad de una acción urgente es consistente con un enfoque preventivo partiendo de la acción y la colaboración multisectorial nacional e internacional.

Fuente: AFNR / Shutterstock.com

Punto de equilibrio

El uso de antimicrobianos en la producción animal tiene una doble vertiente, la necesidad de tratar las infecciones de estos animales, para garantizar su bienestar y garantizar las necesidades alimentarias de la población humana, y a su vez la necesidad de realizar un uso prudente que garantice la reducción de la presencia de gérmenes resistentes.

Por lo tanto, un dilema se plantea en el uso de antibióticos en animales productores de alimentos, y es saber “dónde está el punto de equilibrio entre la viabilidad de las producciones animales y el coste aceptable para la sociedad”.

Es cierto que algunos sistemas de producción animal pueden reducir la exposición a los antibióticos, pero también es constatable que en algunos de estos casos la salud animal puede verse afectada de forma significativa, produciendo riesgos para la salud pública, reduciendo la producción de alimentos y aumentando los costes de producción.

Como es bien conocido la resistencia proporciona a la bacteria una ventaja competitiva en términos de supervivencia cuando está presente el antimicrobiano, así la población natural sensible se inhibirá y la población “resistente” sobrevivirá y podrá reemplazar a la población original. Éste es el principio básico que explica la capacidad de los antibióticos para seleccionar bacterias resistentes.

Estas bacterias podrán: reducir la penetración del antibiótico en la célula bacteriana, expulsarlo cuando este haya penetrado en la bacteria; inactivarlo mediante encimas que los degraden, o modificando su diana para que el fármaco no pueda unirse a ella. Independiente del modo como la bacteria adquiere la resistencia al antimicrobiano, esta resistencia puede ser seleccionada por el uso previo de otro fármaco y además pueden observarse resistencias cruzadas.

Los alimentos son, sin ninguna duda, uno de los vehículos para la transmisión de bacterias resistentes zoonóticas o no, de los animales a los seres humanos y por tanto pueden incrementar el riesgo de transmisión de enfermedades y facilitar la adquisición de infecciones resistentes a los antibióticos. Es por tanto necesario que se aborde con precaución el uso de antimicrobianos en la producción de animales destinados al consumo alimentario.

El uso prudente de estos fármacos, hoy pone en evidencia la necesidad de reducir de forma significativa los antimicrobianos en terapias preventivas y garantizar que el uso de antimicrobianos sea precedido por el diagnóstico y la prescripción del veterinario.

Uso de antibióticos en animales

La decisión de tratar animales con antimicrobianos, debería ser el resultado de un cultivo para determinar el patógeno y un test de sensibilidad de la cepa bacteriana a los antibióticos. Esto, muchas veces, es complicado y la decisión del veterinario recae en su buen criterio clínico.

Si la terapia no puede basarse en pruebas de laboratorio, el criterio clínico y el conocimiento de las características farmacocinéticas y farmacodinámicas del medicamento elegido, pueden también conducir a un buen resultado terapéutico.

Para ello, al tratar animales con antibióticos, sería oportuno hacer ciertas consideraciones. La administración de un antimicrobiano en el alimentos o en el agua, requiere evaluar si este será estable o no a: la temperatura y la luz, la interacción con componentes del alimento; la disolución en el agua según el pH y el contenido en minerales y si se distribuye/disuelve homogéneamente en el alimento o en el agua de bebida.

Muchas veces el éxito de la terapia está en resolver adecuadamente todos estos temas y sin ninguna duda, una ajustada posología y un manejo más adecuado del medicamento, reduce el riesgo de resistencias y la contaminación ambiental.

Asimismo, hay que resaltar que la dosis diaria se calcula según el peso de los animales y para ello se evalúa la ingesta diaria de alimento o de agua de bebida. Para ello se deberán tener en cuenta las características ambientales para garantizar que los animales no sufrirán una sobredosificación debido al calor, motivo por el que beben más agua, o una infra-dosificación, porque comen menos.

También hay situaciones fisiológicas que justifican cambios en los hábitos, como por ejemplo en gallinas de puesta, se observa qué para un mismo peso, las que están en puesta consumen más agua por unidad de peso que las que no ponen, o también los animales jóvenes consumen más agua por unidad de peso que los adultos.

Paralelamente, la selección del antibiótico más adecuado deberá realizarse considerando los parámetros que rigen la relación del fármaco con el agente infeccioso (espectro y mecanismo de acción del antimicrobiano frente al germen) y la relación del fármaco con el animal/paciente, o sea las características farmacocinéticas del antibiótico (absorción, distribución y eliminación), las cuales deberán garantizar que el fármaco accede, en concentraciones efectivas, al lugar donde se encuentra la bacteria.

Antimicrobianos destinados a aves

Los antimicrobianos destinados a aves de producción, se administran mezclados con el alimento o disueltos en el agua de bebida. Entre las diferentes clases de fármacos hoy disponibles para avicultura, se incluyen:

- tetraciclinas (bacteriostáticos de amplio espectro) usados para enteritis e infecciones respiratorias;

- aminoglucósidos (bactericidas de espectro reducido) utilizados para infecciones digestivas por Gram negativos;

- fluoroquinolonas (bactericidas de amplio espectro) para infecciones digestivas, en particular para E. coli y respiratorias;

- macrólidos (bacteriostáticos de amplio espectro) utilizados frente a enteritis e infecciones respiratorias, en particular por clostridios y micoplasmas;

- colistina (bactericida de espectro reducido) para su uso en infecciones entéricas por E. coli.

Estas características farmacodinámicas serán las que determinaran el antimicrobiano a seleccionar, qué en el caso de contar con pruebas de sensibilidad, estas permitirán garantizar que en los animales a tratar no se encuentren cepas resistentes para el fármaco seleccionado.

Y una vez que se han seleccionado los antimicrobianos más adecuados desde el punto de vista de su efecto farmacológico, hay que evaluar sus respectivos parámetros cinéticos. Por ejemplo, la colistina es un antimicrobiano que se administra por vía oral y no se absorbe en el tracto gastrointestinal, por lo tanto será adecuado para infecciones gastrointestinales y no para respiratorias.

Además, en la producción avícola, hay que considerar dos sistemas de producción con características diferentes (producción de carne y de huevos). Para estos animales, hoy disponemos de un reducido número de medicamentos, que es todavía menor en el caso de las ponedoras. Por su sistema de producción, estos animales solo pueden ser tratados con medicamentos que presenten un tiempo de espera muy corto y si son ponedoras, solo si este tiempo es igual a cero, para así garantizar que la carne o los huevos no llegarán a consumidor con residuos que presenten riesgo para su salud.

Estos tiempos se fijan a partir de los Límites Máximos de Residuos (LMR), y estos se determinan teniendo en cuenta el riesgo del antimicrobiano a desarrollar resistencias. Este dato, pone en evidencia la necesidad de ser muy respetuosos con el cumplimiento de las pautas posológicas y de los tiempos de espera que recogen las fichas técnicas de los medicamentos, ya que de lo contrario, estos alimentos, con concentraciones de antibiótico superiores al LMR, podrían ser precursores de la aparición de gérmenes resistentes en el consumidor.

Por otra parte, cuando se administran antimicrobianos por vía oral, las bacterias intestinales juegan un papel fundamental en la adquisición y transferencia entre bacterias de genes codificadores de resistencia ya que se encuentran sometidas a la presión selectiva del antimicrobiano.

Por tanto, tras un tratamiento con antimicrobianos se pueden encontrar en el tracto gastrointestinal bacterias resistentes que pueden transferir su resistencia a otras bacterias patógenas que colonizan el intestino y estas pueden transferirse por las heces a los huevos o a la carne en la manipulación de las canales. Y este fenómeno puede suponer un riesgo para consumidor de estos alimentos.

Control de puntos críticos

Como resumen, se puede proponer que para un uso racional de un antimicrobiano es aconsejable establecer un sistema de control de puntos críticos en: la toma de decisión, el seguimiento, el registro y el control de los tratamientos, que puede constar de los siguientes pasos supervisados por el veterinario de la explotación:

• Hacer un correcto manejo de la prevención, teniendo la higiene y las vacunas como barreras para la prevención de la diseminación de resistencias.

• Ante la presentación de un cuadro infeccioso, deberá tomar la decisión de si es adecuado tratar o no tratar.

• Si la decisión es tratar, el punto crítico es la elección del tratamiento, con o sin determinación del patógeno y conocer su sensibilidad a los antimicrobianos.

• Una vez elegido el fármaco a utilizar, decidirá la dosis, intervalo entre dosis y duración del tratamiento de acuerdo a la ficha técnica del medicamento o bien si debe asumir un tratamiento “off label”.

• Se administrará el medicamento de forma adecuada, garantizando la “calidad/estabilidad” durante todo el tratamiento.

• Se registrarán todos los tratamientos.

• Se garantizará la formación de todos aquellos que manejan los medicamentos

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